quarta-feira, 28 de maio de 2008

Nunca viva sin Esperanza...

Nunca pierdas la esperanza.
Si el llanto te inunda la existencia, recurre a Dios, en el ejercicio del bien, y hallarás a Dios en las entrañas de tu propia alma, propiciándote consuelo.
Si sufres incomprensión, ayuda aun y siempre a los que no te entienden y encontrarás a Dios, en lo íntimo de tu propio espíritu, fortaleciéndote con el bálsamo de la piedad por los que se dese­quilibran en la sombra.
Si te menosprecian o te injurian, guárdate en silencio en el auxilio al pró­jimo, y sorprenderás a Díos, en lo íntimo de tus más íntimos pensamientos, presti­giándote las intenciones.
Si te golpean o censuran, cállate, edificando la felicidad de los que te rodean, y Dios hablará por ti, en la voz inarticulada del tiempo.
Y, si erraste, no caigas en desespero, pero, trabajando y sirviendo, recibirás de Dios la oportunidad de rectificación y de paz.
Sean cuales fueren las aflicciones y problemas que te agiten el camino, confía en Dios, amando y construyendo, perdonando y amparando siempre, porque Dios, por encima de todas las calamidades y de todas las lágrimas, te hará sobrevivir, bendiciéndote la vida y sustentándote el corazón.

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